Dos mil doce fue un año que dejó mucho más que desear que deseos cumplidos. Supongo que las causas también podríamos resumirlas bajo la frase de "los restos del naufragio".
Hubiese sido fácil recordar mes a mes los pros y contras que han ido surgiendo, pero eso lo hice el año pasado con el fin de usar la mirada medio llena, y se ve que al destino no le hizo gracia; y aunque no me ha castigado con grandes derrotas, si me ha complicado mucho las pequelas batallas.
Dicen que no hay dolor insoportable cuando vives, pues si sigues en pie, es porque lograste hacerle frente. Nuestros frentes han sido muchos y han tocado todos los palos.
Tras la tormenta llega la calma. Cierto. Pero concretemos: el hecho de que salga el sol al dia siguiente, no implica que todo el ruido, los despojos, las cicatrices, los llantos, el miedo y las suplicas desaparezcan también. El sol brilla, y deja al descubierto el desastre causado. Te da una tregua para que pienses la forma de recomponerlo todo. Doce meses por delante antes de volver a hacer el balance de turno. Y aquí estamos.
Enero me dejó el alma en los suelos y el cuerpo de ultratumba. La conciencia tranquila, la esperanza aturdida y los sueños e ilusiones en el aire.
Febrero nos devolvió la rutina en sí. Las despedidas siempre son dolorosas, pero algunas compañías son incómodas y uno aplaude y celebra ciertas puertas que se cierran.
Marzo se llenó de buenos augurios y fuerza para sobrevivir al después de la guerra. No sabía yo que las postguerras pudieran llegar a ser tan duras, y necesitaran de tanto tiempo para recuperarse.
Abril sirvió de recreo. Un leve capricho al compas de la música mientras se disfrutaba de lugares que una había andado tantas veces, pero que nunca había visto.
Mayo trajo otras perspectivas y alguna que otra oportunidad.
Junio, Julio y Agosto me enseñaron a temerle a mis propios miedos. Me dieron un giro de 180º para ser capaz de mirar otra perspectiva de algo que ya era parte de mi vida. Me hizo creer en la fuerza de lo diminuto y en la entereza de una lágrimas en un momento adecuado. Tuve que abrazar el dolor de alguien querido sintiendome afortunada de no haberlo recibido yo. Me sentí heroína de mis propias manos. Abracé y observé cada minimo movimiento de unos excasos 40 centímetros atrapados tras cristales que sacaban de mi la ternura, la paciencia, el respeto y el amor que uno guarda para lo indefenso.
Septiembre llegó con los grandes retos a cuestas. Con los plannings incumplidos por cualquier causa desconocida pero de fija existencia. Llegó con las grandes ilusiones y los interminables fracasos.
Octubre y Noviembre se convirtieron en el caos. En la decadencia de aquel equilibrio inmenso que tanto tiempo venia soportando el fino hilo. Miles de roturas, miles de arreglos. Y vuelta a empezar. Miles de excusas, miles de animos. Mismos resultados. La impotencia de saber que todo está en tus manos y ser incapaz de obtener lo que quieres. Tus ganas; la de los demás.
Diciembre completó el recorrido. Salud siempre fue un término importante en mi vida, quiza por eso decidí dedicarle mis muchas o pocas habilidades, durante el resto de mi vida. Pero ella decidió fallar e ir rompiendo en cada uno de los que le apetecía, esa buena relación que les caracterizaba. Jaén , Madrid, Córdoba... Pecho, columna, visión. Cualquier palo podia ser posible.
Por primera vez en muchos años, me he prometido ciertas cosas a mi misma.
Por primera vez en mi vida, he empezado por pensar en mi.
Me he vestido de rojo, no porque sea el color preciso de este día, sino porque me sienta bien, y me hace sentir mas fuerte, mas capaz y mas viva. He bebido sidra y he brindado, pero no he pedido ningun deseo. He decidido dejarlo todo en manos del azar y dejarme llevar por lo que me quiera traer.
Me han repetido en varias ocasiones, que este será mi año. Como si bajo una chistera o cualquier manga, tuvieran un billete directo a mis sueños que me concediera cuanto quiero.
Me he prometido dedicarme primero a mí. Que eso de quedar bien con todo el mundo es imposible y el de estar a merced de los demás empieza a cansarme.
He decidido sacar mas dientes. Subir escalones. Pelear por lo que quiero y educarme y educarnos a los cedas y concedas, mas que a las medias tintas.
Querido 2013, he decidido vivir mi vida, y dejar que la viva conmigo aquel que quiera quedarse. Sin entradas ni salidas repentinas. Sin esperar con excusas al que se marche sin explicaciones. Sin dar a cambio de nada ni esperar mas de la cuenta.
Sólo te pido, que entre tantas cosas a las que me has obligado a enfrentarme y he tenido que aceptar sin rechistar, seas capaz de concederme en este año, la libertad que el cansancio de un peso invisble pueda darme.
Te abro la puerta con una sonrisa y las ojeras maquilladas.
Procura que no tenga que despedirte por los suelos, sino mas bien, que decida llevarte en mis recuerdos.