Acababa de entregar los papeles
de la matrícula como aquel que decide estudiar lo más ansiado en su vida.
Llevaba días contando con ese momento para que todo me saliera perfecto y no
tuviera problema alguno. Tenía la misma ilusión que un niño cuando va a comprar
sus libretas nuevas para el cole.
Como una buena niña, me había
puesto a repasar durante toda la semana, para que no me faltara ni un día, para
no desperdiciar ni un minuto para no tener que reprocharme absolutamente nada
en días posteriores… Que pena! Había creído que de ilusión se basta y había
vuelto a equivocarme.
Siempre nombran a la cabeza y al corazón
en cuestiones de amor y sin embargo yo ahora peleo con un trío peligroso:
cabeza corazón y cuerpo.
-
La primera de ellas me razona de manera lógica mi deber y mis deseos
- El segundo
me desboca hacia mi meta a costa de lo que sea, de una forma abismal que mi
cabeza no entiende pero le permite sin rechistar
- Pero es el
cuerpo el que empieza a poner las barreras y los “peros” el que me pesa, el que
no quiere avanzar, el que hace que la cabeza no rija y la bloquea.
Yo que tengo todas las ganas del
mundo, cada vez se me antoja mas cuesta empinada frente a mi, sabiendo que
tengo que subirla hasta la cima mas rápido y pronto que otros que quizás tengan
menos ganas incluso.
Entonces es cuando me grito a mi
misma sin que nadie alcance a saberlo:
¿Qué quieres, volver a perder? ¿Volver a
dejar pasar por alto aquello que tanto tiempo te esta haciendo luchar? ¿Vas a
dejar pasar otro tren por delante tuya?
Y aunque me grito más fuerte que
nadie que NO, y pongo toda mi carne en el asador… las ascuas duran poco y todo
se apaga rápido.
No se qué necesito, ni qué me
vendría francamente bien. Nadie puede hacerlo por mí y yo no sé cómo hacerlo
mejor. Pero lo único que si tengo claro es que hacerlo… HAY QUE HACERLO Y BIEN
!
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