Aun recuerdo a mi compañero de turno... mejor dicho, a mi compañero de carrera, de clase, de trabajo y de fatigas.
Acabamos por descubrir lo que era trabajar por tareas y no por enfermero referente, sin saber que además estábamos haciendo una gestión de nuestro trabajo y unidad en pro de un coste-beneficio.
Al caso, que pasábamos las noches en vela esperando que llegara el momento, que ya era parte de nuestra rutina en nuestros turnos de noche.
Ahí descubrí que no es triste morir, sino que lo triste era no vivir intensamente...
Y es que en el hospital cuando moría alguien (cuando muere alguien), siempre creo que ese héroe en realidad distrae al cáncer, a la hepatitis, a la enfermedad cardiovascular o al asesino de turno con el arma homicida correspondiente... para que nos salvemos dos o tres.
Por ello no acabo de comprender cuantas veces ha de demostrar alguien que es valiente, para que le dejen vivir y morir con esa valentía. La muerte digna es un derecho que se ganan esos héroes que luchan durante años contra enfermedades complicadas o contra futuros dolorosos e infames que no tienen consonancia con la forma valiente en la que han vivido.
Las leyes jamás deberías prohibir morir a los valientes de una manera justa y digna, porque esos héroes se merecen morir como desean y no de la manera que los cobardes dictan.
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