A veces caer no es la peor opción, porque aprendes a levantarte, a buscar un buen apoyo, y sin darte cuenta, vuelves a estar sobre tierra firme, sobre asfalto.
Ese asfalto que lo mismo te raspa la piel de la espalda que te aguanta a cada paso.
Busca en ti las ganas de huir.
Corre hasta quedarte sin aliento.
Y si necesitas parar para respirar hondo:
PARA
Pero NUNCA retrocedas.
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