¿Dónde quedaron las dosis de felicidad a casco porro y las sonrisas inocentes?¿Dónde quedaron los sueños eternos que nunca morían?¿O que si lo hacían era para cambiarlos por otros mejores?
Cuando somos niños, soñamos con crecer, con ser como papá y mamá. Con trabajar arduas horas en la oficina y organizar papeles que se amontonan en la mesilla. Con ponernos tacones y maquillarnos como puertas. Con usar lentes de contacto y gafas de "culo de vaso". Con conducir el coche e ir solitos a comprar. Soñamos con crecer, con tener obligaciones y preocupaciones.
Que dulce inocencia, lo que daría por volver a recuperarla.
Soñamos tanto, que nos hacemos mayores sin darnos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos. Con las rodillas llenas de heridas, las mejillas con lágrimas que corren a toda prisa y la cara llena de sonrisas.
Y entonces nos hacemos mayores, y ahí, ahí es cuando queremos regresar a esa dulce inocencia. A esa tierna realidad donde la mayor preocupación es salvarse en el escondite, y el único dinero que te interesa es el que te cuesta un paquete de gusanitos y un barquillo de chocolate.
Juega ahora a ser mayor, para que le camino sea mas divertido. Disfruta de cada momento, y trata los problemas con la misma importancia que cuando eras niño, sin sufrir tontamente y sin pensar demasiado.
¡Vive! Porque mientras vives estas muriendo, y si mueres sin vivir... ¿qué coño estas haciendo?
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