Se me lleno de niña el mundo mío de mi
madre, que me regó con su lucha los peligros de mis miedos y floreció a
cada paso: luces, sombras, amor y truenos...
En su día, que son todos los días... bendito su riego eterno, y el lamento instintivo que siempre la llama.
Yo la quiero como una niña, como la mujer que mas ama.
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