Sé que quizás no serán suficientes las miradas complices entre ambos, para que tengas en cuenta lo que eres para mí; pero también sé, que eres consciente de todo el amor y cariño que me sobra contigo.
Solemos decir, que en muchas ocasiones te falta hablar, y hoy no fue diferente.
Parecía que te olieras que el trasiego de idas y venidas al dormitorio y el manejo de papeleos entre las manos, estuviera relacionado contigo. Estábamos sólos en casa, y yo me sentaba frente al ordenador, para escribirle a tu salvadora que todo marchaba como habíamos indicado, y que tan solo faltaba que eligiera un dia concreto para tu visita de control.
Cruzamos los dedos para que todo esté mucho mejor.
Justo a mi lado estabas tú, ahí mirándome fijamente tan atento como si te estuviera explicando cualquier cosa que te tuviera envelesado. De repente, sobre tus dos cansadas patas traseras, te sostenías y te apoyabas en mis piernas, girándo tu cabeza hacia mis ojos y mirando a cualquier sitio sin fijarte en nada concreto. Era como si quisieras estar al tanto de cada cosa que hacía. Como si supieras de sobra que todo lo que estaba agenciando tenía que ver contigo.
Lamentón en el ojo. Un beso.
¿Esa era tu forma de agradecer que te queremos?, ¿tu forma de mostrar tu cariño hacia nosotros? ¿la forma de hacer entender que tú también te preocupas por tu propia salud?
Mientras hacía bicicleta, te acercaste a los pedales y te sentaste frente a mí. ¡Parecías un pasmarote!. Sin embargo, a los pocos minutos después entendí, que tan solo esperabas que acabara de hacerla para apagar la luz y venir donde yo estuviera. Dormirías conmigo esta noche, ya lo intuía.
¿Vosotros también teneis esos días en los que sólo os apetecen mimos y arrumacos? ¿Tú también necesitas que en determinadas ocasiones te demuestren que te quieren?
Gracias a la segunda oportunidad que nos dieron para estar juntos, cada día de mi vida intento, de alguna u otra forma, hacerte saber que para mí, y bajo el techo de esta casa, tu eres de las cosas más importantes.
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