viernes, 9 de marzo de 2012

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Y lo cierto es, que no lo entendía.
A veces, así de imprevisto, por culpa de los comentarios que llegaban a mis oídos, echaba sin querer los sentidos hacia el pasado, y recordaba, sin ningún tipo de sentimiento más añadido, aquellas largas conversaciones en las que nos tornábamos de una madurez y racionalidad suprema, mientras criticábamos la escasez de ésta en otros.
En aquellas largas horas de conversaciones repletas de condicionales, es cuando construíamos nuestro mundo perfecto, repleto de situaciones a las que enfrentarnos, que pensadas fríamente, tenían soluciones bastante sencillas.
Ahora es cuando lo pienso, y por mas que lo hago, no entiendo dónde quedaron todas ellas.  El recuerdo y la realidad son ¡tan diferentes!

¿Dónde dejaste tus clases de protocolo y educación de señorita? ¿Dónde quedó aquella humildad que gritabas a los cuatro vientos? ¿Dónde dejaste la cara bien alta ante tus propias decisiones?

... ¿en qué momento decidiste dejarte por los suelos? ...

Que triste, sinceramente, tener que decir de mi boca: que gran decepción.

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