A ti, Diciembre, que llegas para gritar todo aquello que con tu anterior visita nos habíamos propuesto. Maldita dulzura la que tienes, que a casi todos nos entran ganas de Navidad, esa que huele cuando él llega, cuando para recibirlo las ciudades se ponen sus mejores galas y se visten de luces, cuando ya te ofrecen polvorones en casa de la abuela.
Diciembre llega para que hagamos balance, para rebobinar y revivir lo que nos han ofrecido todos sus demás amigos. Nos recuerda todo lo que los demás meses nos han dejado pasar, todos los propósitos escritos en aquel 31 de diciembre de 2014 y que ahora están olvidados en un papel arrugado de algún cajón de casa o en una nota perdida por la memoria del móvil o a unos cuantos clics de ratón, de entradas de hace un año, y quien sabe si llegaste a tachar alguno. Yo ni lo recuerdo.
Tu, Diciembre, nos proyectas todo lo que no hemos sabido hacer mejor; aquella entrevista, aquella carrera, aquella persona... y sin embargo nos das la opción a resetear para olvidar aquello que podríamos haber evitado o para volver a hacer aquello otro que nos pinto una sonrisa en la cara o simplemente experimentar con lo que no nos atrevimos.
Y no Diciembre, no hablo del único mes al que acudimos al gimnasio en lugar de los doce que apuntamos, tampoco de que aun no hayamos dado el paso para vivir, o al menos intentarlo, de aquello que realmente nos gusta, ni siquiera de que esos folios sigan acompañándonos desde entonces. Hablo de que has llegado demasiado pronto, que no nos has dejado tregua para afrontar el hecho de que te acercabas, que ya ha pasado un año desde que nos visitaste y a mi me parece que este año he tenido meses de menos.
Y es que no somos conscientes de lo fugaz del tiempo, pensando que siempre tendremos tiempo para todo, pensando que este pasa lento, pensando que seremos eternos. Que ya habrá otra oportunidad mejor o que ya cogeremos el próximo tren, pero sin itinerario no sabemos cuando o donde ni siquiera
podemos tener la certeza de que vaya a haber próximo.
Tu Diciembre, que llegas siempre oportuno para recordarnos que el tiempo se escapa y que debemos exprimirlo tanto como podamos, que vienes y nos reglas doce meses de nuevas oportunidades y nos dejas cuando te vas otro libro en blanco para rellenas cada una de sus paginas y empezar de nuevo, con mejores propósitos que seguramente no cumpliremos, pero es que eres tan maravilloso que también nos dejas la esperanza y la ilusión para intentar las cosas de nuevo.
Maldita o bendita la dulzura de este Diciembre que hoy aterriza. Siempre es un placer volver a tenerte de vuelta, aunque muchos sean los factores que intenten que te tenga algo de odio. Es cierto que en mi casa, en mi mesa, falta gente, pero también me faltan todos los días y los echare de menos todos los meses del año, pero es la fecha en la que reunimos a los que quedan, a los nuevos que han llegado... época de amigos, de fiestas, de familia, de reir, de iluminar ojos con brillo de luces y no con lágrimas. Eso eres tú, Diciembre, el que llenas las calles de gente, aunque yo esté "obligada" a quedarme en casa a exprimir hasta el ultimo minuto del que disfruto según el destino quiera regalarme; tú, que llenas de luces las calles mientras yo, sigo alumbrada bajo una bombilla de flexo; tú, que escuchas cada nuevo deseo de todos, mientras yo, sigo sin tener el que pido repetidamente cada año...
Bienvenido Diciembre.
Sorprendeme.
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