No te imagino.
Por más que lo intento soy incapaz de saber a dónde has ido a parar o qué demonios estarás haciendo.
Me pregunto si habrás acabado de estudiar, si estarás trabajando en lo que tanto estoy luchando y si al final, te has ido fuera de casa o encontraste algo aquí, cerca de los nuestros.
Me pregunto cómo serás, cómo te habrán tratado los años. Engordaste, verdad? No, mejor no me lo digas.
Cuéntame que todavía queda mucho de mí en tí. Me gusto muchísimo (en condiciones normales, no tanto en las de ahora mismo) y odiaría que me dijeras que he ido desapareciendo poco a poco, que si me hablaran de tí sería imposible creer que soy yo y que todo lo que soy ahora se perdió por el camino. Te prohíbo que eso ocurre. Óyeme bien que no lo voy a repetir: me lo prohíbo aquí y ahora.
¿Sigues con él? Seguro que sí. Seguro que te despiertas cada mañana con 70 kg pegados a tu espalda preguntándote qué hicimos para que se enamorara de nosotras. Por cierto, podrías decirme cuánto falta más o menos para que eso sea mi día a día... así me despreocupo hasta entonces. Anda que no me ahorrarías quebraderos de cabeza, ya me entiendes. ¡No la vayas a liar que nos conocemos! Es un buen chico y lo sabes. Nos quiere. Cuida que eso nunca cambie.
No, no pares, dime cada cosa que has vivido y cuéntame aquellos que has perdido. Háblame del mundo que me espera: ¿tenemos un "Bruno" como hemos imaginado mas de una vez? ¿una casa en colores claritos y la play a juego con el salón? jajaja (eso es "muy importante"), ¿cuánto mundo hemos visto? ¿Roma? ¿Tailandia? ¿Nueva york? ¿Seguimos parando en Fuengirola que "tan nuestra es"?. ¿Qué tal papá y mamá? ¿Y su familia?. Cuídalos. Ya han empezado a flaquear fuerzas en algunos de ellos, y quiero mandártelos como mínimo, felices y con ganas de disfrutar. Dime quién se ha ido cuando más falta nos hacía y quién estuvo ahí para ayudarnos. Dime quién sí y quién no. Incluso quién nunca más.
Cuéntame qué más sabes.
Dime que no has parado, que no te has limitado a mirar pasar la vida por la ventana y que te has bajado en cada estación, que has volado alto y que ya sabes por fin a qué saben las nubes (con cinturón y desde la ventanilla del pasillo, pero que lo sabes).
Dime que nuestro pasado forma parte de tu presente y que cada día que te miras al espejo sigues viendo a aquella niña que un día fuimos. No la olvides a ella, ni a mí. No olvides quien eres, ni quienes fuimos. No dejes que el mundo te cambie, ni las circunstancias, pero no te olvides de cambiar ambos. Nada es demasiado grande ni esta demasiado lejos. Hace mucho que aprendimos que del esfuerzo nacen las alegrías y que los caminos se acortan cuando se recorren con una sonrisa en el corazón. Yo lo he descubierto, sólo espero que la esperanza y la creencia que tengo de ello, tu la hayas seguido corroborando.
Sigue haciendo lo que te haga feliz.
Vive tus sueños, los cuales espero sean nuevos y que los que yo tengo ahora mismo ya los hayas vividos tiempo atrás. Cumple objetivos y luego márcate unos nuevos, como siempre hemos hecho.
Quiérete. Nadie te va a querer de la forma en la que tu mismo lo haces. Lo decía la abuela. Si no quieres hacerme caso a mí, al menos hazle caso a ella.
No cambies. Al menos no demasiado. Bueno da igual, cambia si quieres, pero sigue siendo tú, ya me entiendes, que no tengas que reprocharte ser quien un día tanto juraste que no serías. No me pierdas por el camino. A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que la vida no es tan larga como nos parecía al principio así que no te olvides de donde vienes, porque allá donde vayas yo siempre iré contigo.