Los amigos, los buenos amigos, los incondicionales... no te abandonan nunca.
Da igual las manías que tengas
o lo que te tengan que aguantar (también te tocará aguantar a ti lo
suyo).
Los buenos amigos están en nuestras vidas siempre, sin faltar, para darnos un abrazo cuando hace falta, para animarnos cuando no dejamos de llorar, para sacarnos a la calle cuando nos queremos quedar encerrados, incluso para echarnos alguna pequeña bronquilla cuando algo de lo que hacemos nos está haciendo daño, y no lo vemos por nosotros mismos.
Los buenos amigos están en nuestras vidas siempre, sin faltar, para darnos un abrazo cuando hace falta, para animarnos cuando no dejamos de llorar, para sacarnos a la calle cuando nos queremos quedar encerrados, incluso para echarnos alguna pequeña bronquilla cuando algo de lo que hacemos nos está haciendo daño, y no lo vemos por nosotros mismos.
Los
que somos amigos, compartimos cosas que nunca vamos a poder tener en
otro sitio.
Los secretos más inconfesables, la comprensión de quien te
conoce, el apoyo incondicional y los sentimientos que compartes con tus
amigos... no se comparten con nadie más.
Cuántos
momentos vividos, cuántos desencuentros también, cuántas cosas nos
habíamos contado, incluso cosas que nadie más sabe, cuántas lágrimas
compartidas, cuántas risas atronadoras.
Creo
que nunca habría podido ser la misma persona sin mis amigos,tanto los que se fueron pero dejaron algo en mi en su
momento, y los que permanecen y permanecerán toda mi vida.
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