Deja de decir y empieza a hacer. Sal de la contemplación y de palabras y pasa directamente a la acción, mucho más sucia, dolorosa e imperfecta, pero aunténtica y de verdad.
Un compromiso es el brazo armado de la intención. Es tiempo transformado en dedicación. Es oponerse frontalmente a cualquier inercia. Declararle la guerra a lo predestinado. Hacerle la vida imposible al "ya se verá".
Nada vale la pena sin un compromiso que llevarse a la vida. Algún día medirás
su intensidad en la cantidad y calidad de tus compromisos y para
entonces puede que ya sea demasiado tarde. Un compromiso respira por el
mismo sitio por donde tú lo haces, por lo que si quieres que llegue vivo a mañana, comprométete pero ya.
Busca una causa (que es otra forma de decir enemigo), y ve a por ello; y si no buscas una, sino muchas, mejor que mejor. Pueden ser grandes, inmensas e inabarcables, pero también enemigos pequeños y cotidianos. Da lo mismo. Lo importante es que les declares la guerra y pongas tu energía y tu talento al servicio de esa batalla. Puede que hoy no ganes, vale,
de acuerdo, pero ni te imaginas lo que vas a crecer por el camino. Si además consigues que el miedo no te pueda, jamás starás sólo y algún día, muchos, juntos, seremos indestructibles.
Ya ha pasado antes y volverá a pasar.
Contigo o sin ti.
No prometas tanto y comprometete mas. Estate dispuesto a equivocarte una y mil veces pero siempre en esa misma dirección. Demuéstrale al fracaso que para ti es sólo un mero trámite, un papeleo en tu camino hacia el éxito y cáete y vuélvete a caer, porque si tu compromiso es lo suficientemente grande, no te hará falta ni ayuda para levantarte.
Cuanto antes lo hagas, antes te convertirás en quien realmente eres y entonces, y sólo entonces, te surgirá la única duda razonable del que se acaba de comprometer de verdad.
¿Por qué tardaría tanto?
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