La mujer que me habita sabe cuándo salir corriendo, sabe dónde me comen y dónde como yo y me habla bajito cuando duermo contándome cómo soltar las cadenas.
Canta la loba en mi barriga canciones de salir corriendo. Hay un tambor en mi cabeza que se pone a vibrar cuando llego vacía de todo, menos de mí y hay una serpiente en la tierra que se despierta y me busca cuando lo que elijo en verdad, me enferma.
Y ya no hay tiempo; de nuevo vuelve a ser ahora o nunca.
Hace tiempo que llegó el momento de mirar... y dejárla pasar.
Apartarse y morir.
Morir a lo viejo, a la mentira, a lo conocido, al "pan nuestro de cada día".
Morir a la mujer a medias:
a la que quiere a medias, la que vive a medias, la que da a medias y a medias se queda.
Yo te muero para revivirte de nuevo y darte el espacio que de verdad ocupas en el mundo.
El lugar que te corresponde.
No importa ese camino que te desaparece a cada paso que das ahora.
No importa que no veas sendero delante de ti.
Avanza a oscuras con los ojos muy abiertos.
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