domingo, 26 de febrero de 2012

2601 en 2013




Yo sé que siempre hay salida, pero saber que todo irá mejor no quita que me sienta hecha una porquería. Pasan los días, los meses, los proyectos, los sueños... recuerdo cómo quería ser cuando era pequeña. 

Crecer es darse cuenta de que la vida no es como quisieras que fuera, que todo es mucho más complejo; responsabilidades, luchas, deberes, sonreir cuando no apetece, mentir para no hacer daño a la gente que quieres, fingir cuando perfectamente sabes que te mienten... Y se que muchas veces soy una cobarde disfrazada de valiente, siempre pendiente del qué dirá la gente, escondiendo mis miedos para parecer fuerte, buscando dormir agusto, que aunque no suene muy ambicioso créeme, es mucho. 
Llevo algunos años estudiando la vida, y he optado por centrarme en lo importante: en mi familia, mis amigos, mi pasión por el arte de la danza... y aceptaré que tengo derecho a estar de bajón de vez en cuando, porque estar de bajón es humano.
No pienso rendirme ante ningún problema, mucho menos ahora, porque confío en mí, y sé que soy capaz de vencer lo que sea. Volveré a caer millones de veces pero siempre volveré a erguirme porque me di cuenta de que quizás la clave para ser realmente libre sea reir cuando puedas y llorar cuando lo necesites, ser honesto con uno mismo, centrarse en lo importante y olvidarse del ruido, no obcecarse con los objetivos, tratar de relajarse y vivir algo más tranquilo.

Pero todo esto es mucho mejor, si a tu lado, simplemente acompañandote, estan aquellos que no ves, y nunca faltan: la familia, y los amigos.

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