No tenía pensamiento de hacer nada, ni encontrar nada; de hecho, no pensaba y así quería que fuera.
Celebraba que no tendría que volvera a coger un folio y aprendermelo de princpio a fin -el dicho de "como el Padre Nuestro, no lo volveré a repetir, después de proponermelo en una noche larga de estudio, y comprobar que ni siquiera eso, era capaz de saber en condiciones- por lo menos en unas cuantas semanas. El plan era muy simple: pasar con aquellos que me habían dado empujoncitos de animo, cada cual a su medida, el mayor regalo que les podía ofrecer: el tiempo que antes me habían limitado.
En el parque con ellas, las miraba de lejos y les deseaba, entre mis recuerdos añorados y el cansancio del camino, que el suyo, en cuanto a su formación, fuera sencillo, bonito de recordar y que las rodearan aquellas personas que disfruten de hacer aquello que han querido ser. Pero este deseo se mezclaba con mi sueño de volver a aquellos años en los que hacer daño era trampa, el recreo un triunfo, un problema tarea y multiplicar un lio, aunque esto ultimo, no ha cambiado demasiado...
Justo en ese momento, en el que egoísta de mí, pensaba que solo los "mayores" teniamos metas, sueños y barreras, me dio por alzar la vista. sentada yo en la orila de piedras que bordeaba el lago artificial, encontraba a la grande, disfrutando de sus habilidades para subir, bajar y saltar por donde quisiera, y en un rinconcito medio sentada y medio decidida, la pequeña. Sabái que mucho de su genio, era igual que en mí, una forma de esconder los miedos y llevar el papel de valiente en este teatro de vida que nos ha tocado vivir, pero en el fondo, estaba alli, metida en su burbuja, creída aislada del mundo y de todo aquel que pudiera verla, maquinando de qué manera conseguir su meta: llegar a la isla, sin caer y mojarse con el agua.
En ese momento es cuando entiendes aquello que te dicen tus "mayores" cuando te ven lo que ellos describen como "cara rara" y por arte de magia intuyen que algo no va bien y algo te pasa. Cómo le explicaba, sin herir su orgullo de auto-heroína valiente, que sóla no iba a poder, y que a veces, reconocerse perdedor y dejarse ayudar, te da mas fuerza para conseguir batallas mas grandes.
Asustada en la orilla, sólo bastó una mirada complice y tenderle los brazos, ella sabía perfectamente el resto de acciones que vendrían después. María se acercaría y se pondría en la siguiente hoja, yo en la anterior, la tomaria en brazos y la iría pasando haciendole de balancín. Esa fue la primera fase, en la segunda, fue suficiente la ayuda de su hermana, que la esperaba con lso brazos abiertos para recogerla, siempre pendiente de que no cayera. Pero ocurrió. Se escurrió y no hubo tiempo de socorrerla a tiempo para que no se mojara; pero incluso eso, hizo que se le pudiera explicar, entre el llanto de sus zapatillas mojadas, que a veces, para aprender, hay que fallar.
A las 13:45 h, la hacía prometer, que sería la ultima vez que iría a la isla sola, y entonces, podríamos marcharnos a casa a comer.
¿Cuántas metas has tenido en tu vida? Yo no me he parado a contarlas, pero creo que la primera de ellas fue, llegar sana y salva a este mundo, y el segundo, tener muchas ilusiones a lo largo de mi vida. Ahora comprendía, que un simple examen (que me abriría la puerta al resto de mis dias de ilusión), quizás necesitaba ser fallado una vez, para tener mas fuerza a la proxima y conseguirlo.
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