Su cuerpo no es de diez, aunque últimamente mas de uno nos compara con un palo y un rosco. Tampoco sus ojos son color azul turquesa ni sus gustos se parecen a los mios mas alla de lo que se parecen un gato y un tigre.
Puede que no le guste la cocina tanto como me impresiono en las primeras citas, y que el resultado de juntar nuestras caderas al bailar sea tan perfecto como el numero pi.
Puede que le afecten las cosas mas que a mi, o que le de mas importancia que yo a todo aquello que nos rodea. Que le cueste tomar decisiones tanto como a mi morderme la lengua, o que nuestros caminos sean una aventura lejos del color rosa.
Pero me da igual.
Mi vida se mezcla con la suya de tal manera que sale la felicidad por los poros de mi piel. En sus ojos sigo viendo el amanecer, en sus brazos un lugar donde quedarme y en su forma de ser un compañero de viaje.
Le quiero, le acepto y sobre todo, le respeto.
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