domingo, 29 de mayo de 2016

Cuando menos te lo esperas... va la vida y te sorprende.


Las mejores cosas suceden cuando menos te lo esperas.

Esas que llegan de repente, sin avisar, rompiéndote los esquemas y desmontando los planes de tu cabeza. Las mismas que llegan pisando fuerte, abriendo camino, apartando noes y dejando que sea la suerte quien decida por ti. Las que remueven tu piel creando un mapa imborrable de recuerdos, las que te invitan a un mundo en el que da miedo entrar, porque nos atemoriza la idea de que alguien invada nuestro espacio personal, que toque tan fuerte que pueda destruir cualquier signo de entereza.

Las que aparecen y te hacen sentir que todo puede ser, porque nunca sabemos qué nos espera o qué nos encontraremos a la vuelta de la esquina, nunca sabremos qué hubiera pasado si no hubiéramos estado allí a esa hora y en ese mismo minuto y, si por el contrario, todo hubiera sido diferente. 

Siempre pensando en el futuro, en qué pasará, perdiendo un tiempo que sabemos que ya no va a volver nunca. Y lo malgastamos como si no fuera importante cada minuto de vida que resta. 

Porque las mejores cosas suceden cuando dejamos de planearlo todo, cuando nuestro único camino es dejarnos llevar y cuando es el corazón quien marca la dirección de cada paso.

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