jueves, 28 de enero de 2016

Y cada año vuelvo a recordarlo...


Igual pocos lo entienden, pero yo recuerdo el día exacto en el que descubrí a qué quería dedicar mis -aún muy en el horno- humildes conocimientos, mis habilidades y parte de mis emociones. Una de mis misiones en estos días que tenemos de paso y que sería mi gotita en ese mar que entre todos formamos:
Eran casi las 5 de la madrugada y no podía dejar de mirarlo.
De mirarlo y de admirarlo.
Tenía a penas unos días de vida pero estaba lleno de ella. ¿Qué si no le podía llevar a tener el valor y el coraje suficientes para afrontar el reto de la enfermedad casi en soledad?
Él me miraba desde dentro de la incubadora, como queriendo entender quién soy yo.
Yo le miré, tratando de comprender cómo podía amar tanto la vida sin apenas haberla vivido.
Él quería luchar.
Yo tenía algunas herramientas.
Ambos habíamos decidido.

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