Me gusta ser fuerte.
Ser fuerte está bien. No sólo está bien, es necesario, sobre todo a lo que emocionalmente se refiere. Te conviertes en esa persona de referencia en la que apoyarse. Te gusta sentir esa sensación, es gratificante si con eso ayudas a aquellos de tu alrededor que más puedan necesitarlo.
Pero ser fuerte, no implica serlo siempre. Las personas fuertes también caen y necesitan levantarse. Es entonces cuando se hace necesario ese brazo en el que apoyarse y el cual esperas que llegue en el momento justo, pero no aparece.
¿Qué ocurre cuando necesitas a alguien, pero esa persona no está, o no lo está de la forma que esperabas o que necesitabas?. Llega ese día en que te das cuenta que no se recibe de vuelta lo que normalmente se da, aunque desinteresadamente se haga, y al final resulta que, como imaginabas, ser fuerte, es la mejor opción.
Por eso me gusta ser fuerte.
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