Seguro que te has fijado alguna vez.
Una gota cualquiera, una entre un millón, de pronto cae sobre el cristal y empieza a avanzar en el sentido contrario al de la marcha.
Cobra vida. Parece que sabe hacia donde va.
Y se encuentra con otra gota a la que cualquiera diría que la estaba esperando.
Y la arrastra. Y se la lleva consigo.
Y de pronto ya no hay dos gotas, sino solo una cada vez mas grande, cada vez mas rápida, que sigue avanzando contra todo pronóstico y contracorriente.
Y ya no pueden separarse una de la otra.
Porque siguen su propio camino nuevo.
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