Nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente.
Ni flores, ni velas, ni luz de la luna...
Ese es el verdadero romanticismo, alguien que llegue, te empuje a hacer cosas que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus valores, tus yo nunca y tus yo que va.
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