Huele a paseos de madrugada creyéndonos invencibles y lográndolo.
Huele a que te pisen cuando llevas chanclas y te cagues en sus muelas.
Huele a juegos de cartas durante horas, apuestas demasiado arriesgadas y decisiones mezcladas con alcohol, peligrosas pero divertidas, que rápidamente se solucionan tomando otra, si cabe, aun peor.
Huele a que unas se pintan las uñas de los pies y otros se dejan la barba de tres días.
Huele a que definitivamente es mejor insinuar que enseñar.
Huele a adrenalina temporal, ola de calor y confusión demasiado conveniente.
Huele al miedo a acercarse a una fuente porque hay avispas a tutiplén.
Huele a quemar tacón, mojar melena y gritar al viento.
Huele a declaraciones de amor estrepitosas porque es el momento de jugársela al todo o nada.
Huele a revolución veraniega, a rebeldes con la mejor causa del mundo, a "living on the fucking edge".
Porque si es cuestión de ser eternamente joven, ahora es el mejor momento.
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