Manda una señal

Podemos pedirle al universo todas las señales que queramos, pero al final solo vemos lo que queremos ver, cuando estamos listos para verlo. 

¿El verano? - El verano es azul

Huele a paseos de madrugada creyéndonos invencibles y lográndolo.

Huele a que te pisen cuando llevas chanclas y te cagues en sus muelas.

Huele a juegos de cartas durante horas, apuestas demasiado arriesgadas y decisiones mezcladas con alcohol, peligrosas pero divertidas, que rápidamente se solucionan tomando otra, si cabe, aun peor. 

Huele a que unas se pintan las uñas de los pies y otros se dejan la barba de tres días.

Huele a que definitivamente es mejor insinuar que enseñar.

Huele a adrenalina temporal, ola de calor y confusión demasiado conveniente.

Huele al miedo a acercarse a una fuente porque hay avispas a tutiplén. 

Huele a quemar tacón, mojar melena y gritar al viento.

Huele a declaraciones de amor estrepitosas porque es el momento de jugársela al todo o nada.

Huele a revolución veraniega, a rebeldes con la mejor causa del mundo, a "living on the fucking edge".

Porque si es cuestión de ser eternamente joven, ahora es el mejor momento. 

The Fiancée XXIX

Seguro que te has fijado alguna vez.

Una gota cualquiera, una entre un millón, de pronto cae sobre el cristal y empieza a avanzar en el sentido contrario al de la marcha.

Cobra vida. Parece que sabe hacia donde va.

Y se encuentra con otra gota a la que cualquiera diría que la estaba esperando.

Y la arrastra. Y se la lleva consigo.

Y de pronto ya no hay dos gotas, sino solo una cada vez mas grande, cada vez mas rápida, que sigue avanzando contra todo pronóstico y contracorriente.

Y ya no pueden separarse una de la otra.

Porque siguen su propio camino nuevo. 

Control del agotamiento

Están los días perfectos, los positivos, los suertudos, los que parecen confeccionados para tí. Aquellos en los que Murphy, las hormonas y los astros se alinean después de una enésima temporada sin cruzarse los unos con los otros cuando y como tocaba, y todo es redondo.
Y luego está todo lo demás.
Eso que no ocupa espacio, las esperanzas, algunas recomendaciones...
Está tu fé, la que te ha hecho sentir capaz de todo, y tus razones, las que te hicieron actuar de una forma y no de otra, aunque nunca supiste en verdad cual fue o no la adecuada.
Están tus silencios y tus palabras, esa combinación a la que solo tu sabes darle forma... y eso, eso son los días normales.
Todos tus días a diario.

Escalas del romanticismo

Nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente.

Ni flores, ni velas, ni luz de la luna...

Ese es el verdadero romanticismo, alguien que llegue, te empuje a hacer cosas que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus valores, tus yo nunca y tus yo que va.

Vivírlo uno mismo

La vida es como un tornillo, a veces nos aprieta.
En esos momentos de presión se descubrirá lo que está dentro de nosotros. No podemos dar lo que no tenemos. La imagen promete mucho, pero produce poco. La integridad nunca desilusiona.