Al final te das cuenta que lo pequeño siempre es más importante.
Las conversaciones a las tres de la mañana, las sonrisas espontáneas, las fotos desastrosas que te hacen reír a carcajadas, los mensajes de buenas noches que te hacen protagonista de cuento, los dibujos que nadie mas entiende y que se vuelven tus favoritos, la sonrisa que te poner de adorno en la cara al verle, una merienda de domingo...
Eso es lo que verdaderamente vale la pena, las cosas diminutas que causas emociones gigantescas.
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