miércoles, 28 de mayo de 2014

Plan B


¿Cuándo fue la última vez que te apasionaste por algo, que te desviviste por ello porque la emoción te consumía? ¿Dónde se han escondido la chispa que iluminaba tus ojos y la ilusión que despertaban tus palabras? ¿Dónde ha ido a parar tu entusiasmo, tus ganas?
Tu excusa es siempre la misma: "¡Nunca tengo suerte en nada!" y el ceño fruncido a pasado a formar parte de tu expresión natural. No me gusta. No me gusta nada. 
La suerte te ha descuidado un poco, es cierto. Pero la suerte es solo un factor externo y esporádico del que no se puede depender. Y por eso, en estos casos, siempre hay que disponer de un plan B: volver a ser feliz.
No le echemos la culpa a la suerte. La chica que yo conocí, no sonreía porque fueses afortunada... sino porque era feliz. La felicidad depende de uno mismo. Concretamente, de nuestra actitud. Y si ese es siempre nuestro Plan A, no necesitaremos mas letras.
Tu cerebro no ve nada mas que lo que tus emociones quieren, y por eso hay personas que hagan lo que hagan consiguen salir adelante siempre, y hay gente que haga lo que haga, siempre se hunde.
Antes tus emociones radiaban optimismo, y por eso los problemas los veías como retos que siempre conseguías superar. Antes solías vivir cada día, ahora te conformas con sobrevivir. Tienes que volver a encontrarte, cuanto antes, a tí y a la razón que te hace levantarte con ganas por las mañanas.
El 97% de la gente no sabe por qué se levanta, no sabe por qué vive. Esas personas viven deprimidas y la depresión viene básicamente de la ansiedad. La gente que se pasa la vida corriendo, no tiene ni puñetera idea de a dónde, pero corre. 
¿Por qué tanta prisa? Para un segundo y tómate una copa a tu salud. Date cuenta que solo cambiaremos nuestra vida cuando empecemos a tomar el control sobre ella.
Por eso hay que tener cuidado con la actitud que adoptamos, con la energía que difundimos, porque en cierto modo, las energías se contagian. Hay gente que cada vez que estas con ellos te amargan la vida, inclusive sin llegar a hablar y otros tan auténticos que da verdadero gusto tenerlos de compañía porque siempre acabas empapado de vida.
Con la suerte ocurre lo mismo: se atrae.
Y esa es la razón por la que hay gente que encuentra aparcamiento y gente que no. 
Córtate el pelo, vete de compras, haz ejercicio, búscate hobbies, renuévate por dentro y por fuera. Todo depende de tu perspectiva y de la felicidad interna que haya dentro de tí.
Yo la he conocido y quiero que vuelva a consumirme para poder bailar con ella.
Quiero que me vuelva a hablar de sueños ambiciosos, que me devuelva las ganas, que me haga reír a carcajadas, que me latan las sienes por luchar por mi causa.
Quiero que vuelva para que relaje mi entrecejo y arrugue mis mejillas, que me haga recuperar la fe en mi misma y sea de las que siempre encuentra aparcamiento.
Quiero que vuelva para que saque de la oscuridad a mis dientes, y brillen como en los anuncios de dentífrico. 

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