Recuerdo cada trazo de tu mano entre las hojas sucias que albergaban un conocimiento que ya no era válido para quien un día lo tuvo que aprender, y que se mezclaba con los garabatos y esquemas que suciamente resumían algo que debía entrar en mi cabeza.
Cuando las semanas son duras, difíciles, o se hacen muy cuesta arriba, necesito pararme a pensar. De hecho, necesito parar en seco, perder media hora y convencerme de que esta "pérdida de tiempo" decidí hacerla por y para algo, aunque en esos instantes, los motivos y las metas sean tan grises, difusos o incluso casi impercerptibles.
Entonces, me vienen a la mente cada una de las sonrisas que he visto en ese edificio que la gente visita sólo por causas mas o menos desagradables; recuerdo cada abrazo de apoyo que he dado o cada mirada de complicidad que he cruzado; recuerdo cada palmadita en la espalda de compañeros que me han visto saltar las barreras de mi inexperiencia, a veces con acierto y otras no tanto; recuerdo cada una de las personas que en mi turno me abandonaban y yo los sentía (y siento) como parte de un fracaso laboral propio, pero también cada vida que me abandonaba en mejores condiciones y que me reconfortaba; me acordaré eternamente de aquel horrible año dominado por el orgullo y las ganas de demostrar al resto que podía llevarles la contraria y tendrían que comerse sus palabras y posteriormente, aquel "fantástico" mes de febrero cuando aun no era nada (aun con aquella meta conseguida) y decidía no serlo por mi incapacidad para ello.
Creo que esos dos momentos en mi corta vida, me hicieron entender que las cosas, incluso las que mas se quieren en este mundo, son mas bonitas cuanto mas costosas son. Son apreciadas cuanto mas sacrificadas. Son mas placenteras cuantas mas adversidades. ¿Sabes por qué? Porque siempre podrás recordar cada lágrima, cada gotita de sudor y cada esfuerzo físico, psíquico o mental que empleaste en ello, y así, en los días malos, esos días en los que no sabes por qué, cuándo, ni cómo llegarás a otra meta tan costosa como la que tienes entre las manos, podrás mirar hacia atrás para darte cuenta que ya conseguiste otras tantas qu te parecían igual o mas complicadas.
Que el secreto solo está en querer y no tanto en la capacidad de poder o no.
Y tú, ¿qué quieres?
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