En realidad, sólo había estado enamorada 100% una vez. Aquello había durado tanto que necesitó mucho años para reponerse de la primera y mas dolorosa decepción de su vida.
Bebió los vientos por aquel chico largos años y él estuvo entrando y saliendo de su vida a voluntad, alternando épocas de calma con estrepitosas peleas, abrazos, juramentos y tracioniones... A ella le tocó la peor parte: estaba enamorada.
De aquella relación descabellada sólo le quedó una perenne desconfianza hacia el otro sexo, la voluntad de no volver a caer en los errores que la habían precipitado al vacío y un sordo rencor hacia aquel hombre, al que consideraba respondable de todos sus males por aquella época.
Una vez que superó aquella propia insentatez, descartó simplemente la idea del amor eterno.
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