A veces somos impotentes ante nuestros deseos, ante nuestras
inclinaciones o nuestros impulsos, y eso produce un tormento con
frecuencia insoportable.
Ese sentimiento te acompañará toda la vida; unas veces lo olvidarás y otras será como una obsesión.
Una parte del arte de vivir depende de la capacidad de cada uno para combatir su propia impotencia. Es difícil, porque la impotencia engendra a menudo miedo, y éste aniquila la capacidad de reaccionar, la inteligencia y el sentido común, abriéndole la puerta a la debilidad.
Experimentarás muchos miedos.
Lucha contra ellos, pero no los sustituyas por vacilaciones demasiado largas. ¡Piensa, decide y actúa! No tengas dudas; la incapacidad para asumir las elecciones propias genera cierta dificultad para vivir.
Cada pregunta puede convertirse en un juego, cada decisión que tomes te podrá enseñar a conocerte, a comprenderte.
Ese sentimiento te acompañará toda la vida; unas veces lo olvidarás y otras será como una obsesión.
Una parte del arte de vivir depende de la capacidad de cada uno para combatir su propia impotencia. Es difícil, porque la impotencia engendra a menudo miedo, y éste aniquila la capacidad de reaccionar, la inteligencia y el sentido común, abriéndole la puerta a la debilidad.
Experimentarás muchos miedos.
Lucha contra ellos, pero no los sustituyas por vacilaciones demasiado largas. ¡Piensa, decide y actúa! No tengas dudas; la incapacidad para asumir las elecciones propias genera cierta dificultad para vivir.
Cada pregunta puede convertirse en un juego, cada decisión que tomes te podrá enseñar a conocerte, a comprenderte.
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