Es una mezcla de amargura, frustración, rabia, cansancio, querer y no saber... es un yoyó que sube y baja según el día que se levante y como se desarrolle. Euforismos con depresiones que se dan con una rapidez tan indetectable que ni si quiera sabes qué causó cada cual.
No se sabe explicar lo que ronda la mente cada día a cada movimiento y tampoco se espera que nadie lo entienda porque, claro, si no te entiendes tú, cómo pedirselo a los demás, y que encima te den la solución mágica. Y encima, ahora que se te abren las puertas que te llevan a caminos alternativos en caso de que el que sigues te acabe de perder en tí misma, resulta que en vez de una aparecen varias-muchas y todas igual de apetitosas e igual de posibles si no fuera porque todas deben darse a la vez y deben comenzar YA!.
Y aparece en tu cabeza los llamados "diálogos-decisorios": señores, soy sólo una, y soy consciente de que solo puedo andar por un roalito no partirme en todos ellos o ir a ratitos por cada cual... A lo que responden, pero claro, si lo dejo pasar, quién sabe si esas puertas volverán a abrirse, quién sabe si esto te ocurre para que dejes de aferrarte a algo que les ha dado tantas oportunidades en balde....
Total, que toca decidir y obviamente, decidir en frío, pensando en tí y en lo que sería lo mejor y en cierto modo, teniendo en cuenta a aquellos que de cierta forma esperan de ti algo que ahora mismo, ni tu sabes si serías capaz de lograrlo. Mejor dicho, ni tu sabes si eres apta ya para lograrlo.
No es la rabia de lo complicado o del todo a la vez o de la dificultad.
Es la tristeza de que el tiempo ha acabado con eso que tenias que parecía infinito: la ilusión.
Es la rabia de darte cuenta que ser adulto y racional, ha hecho que deje a un lado los orgullos con los que antes me comía el mundo aunque me causaran indigestión.
Es la frustración de saber que aquello por lo que luchas será una puerta no, una verja abierta al lugar en el que te quieres desenvolver gran parte de tu vida y que te hará hueco en cierto modo a despejarte y descansar en ese ambito, al menos, a darte un pequeño respiro en esta carrera profesional, y no ser capaz de llegar a ello.
Es la duda eterna de atribuir los fallos al destino, que no quiere darme paso en esto, a las circunstancias que lo complican todo tarde o temprano, o a mi misma (que ya es el limite al que he llegado) que quizás, no esté preparada para algo como esto.
Pero sobre todo, es el suspense, la intriga, las cosas no controladas en mi vida, las que me pierden y me traen de cabeza. El no saber si seguir, me dará mi recompensa algún día a todo este trabajo o si una retirada a tiempo será la salida a otra vertiente desconocida que no me he llegado a plantear nunca por estar encerrada aquí.
De momento me quedo con mis ganas y con este último achuchón, sacando las ganas que no te quedan de aquellos a los que te falta suplicarles que por favor te las den de alguna manera. Intentando las alternativas y cambios de ultima hora que sean precisos para que en la conciencia no quede al menos, la sensación de que no hiciste lo suficiente.
Sí. Es algo así como suplicarle al mundo hacer un teatro a base de despersonalizaciones: yo hago el trabajo, pero vosotros vivis en mi mente dándome el impulso, el ánimo, y el incentivo, porque yo agoté reservas y no sé como rellenarlas.
Que a mí no me faltan las ganas y al menos, no me falte corazón.
Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas,
miramos de reojo la estaca y pensamos:
No puedo y nunca podré.
Pero tu única manera de saber, es intentarlo de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón.