Han pasado calendarios y se han despoblado los minutos de mi vida
y aquellos amigos a quienes di un nombre y una historia,
no sobrevivieron a mis guerras.
Ahora, en tiempos de deshielo,
cuando la infancia y la responsabilidad adulta juegan a los dados con mis manos,
pido a veces asilo entre mis juguetes,
aquellos que tanto me entendieron hace tiempo,
aunque sea ya una extranjera.
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