Hemos
pasado momentos de risas y de llanto. De comernos el mundo y de parecer
que el mundo nos come. Hemos sobrevivido a manías, defectos y cambios
de humor. Discusiones y abrazos. Besos y miradas. Hemos pasado sorpresas
y detalles. Y kilómetros. Hemos pasado por los “te echo de menos” y los
“tengo ganas de verte”. Reencuentros y despedidas. Semanas sin vernos.
Hemos pasado miedos, inseguridades e
incertidumbre. Hemos pasado cenas, comidas, meriendas y desayunos. Y
camas compartidas. Hemos pasado por hoteles, hostales y habitaciones en
cualquier lugar. Hemos pasado silencios y charlas sin fin. Apoyos,
ayudas y ánimos cuando hacía falta. Hemos pasado sueños, metas,
celebraciones y brindis. Por lo que pasó, lo que pasa y lo que pasará.
Hemos pasado mariposas en el estómago y brillo en los ojos. Hemos pasado
canciones (en inglés, dedicadas y sin saber lo que decian), bailes (con
clases) y conciertos. Viajes y experiencias. Fotos (en ocasiones,
demasiadas) y recuerdos en la memoria para siempre. Hemos pasado
momentos difíciles y malos, pero los buenos siempre han sido muchos más y
eso es lo que importa.
Hemos pasado miles de “te quiero” hasta donde sea.
De “te quiero mucho”, pero de los de verdad, de esos que se quedan cortos para hacer entender de cuánto es en realidad.
Hemos pasado años, meses y días.
En concreto 6, con todas sus horas, minutos y segundos.
Y aquí seguimos, con todo.
Preparados para lo que esté por venir, por vivir.
Juntos, siempre.
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