De creer en algo o en alguien.
De creer que las posibilidades pueden ser infinitas si se está dispuesto a intentarlo e intentarlo con todas tus fuerzas. Creer que una ilusión se puede cumplir con empeño, que un deseo se puede alcanzar con esfuerzo, que pocas cosas caen del cielo, o ninguna mas bien, y que los limites, esos a los que tanto culpamos, están mas en nuestra cabeza que ahí fuera.
Creer que hay personas y personas.
Irrepetibles, únicas y especiales. Que de todas ellas se aprende si se quiere. Que cada una es como es y ahí esta la gracia. Que de cada una te llevas algo, seguro: una sonrisa, un gesto, un consejo de esos que te impactan y de los que te apropias hasta hacerlo tuyo. Tu propia filosofía. Tu modo de vida.
Personas que hacen magia de la nada como si nada.
Como tu.
Que no todo es mirar y admirar a otros, que eso también, pero en su justa medida.
Que lo que se nos olvida demasiado a menudo es mirarnos, hacia dentro y con cariño.
Que a veces, lo que nos sobra es autocritica y lo que nos falta es ternura, y mucha y de la verdadera. Halagos que nos den brillo a los ojos y nos hagan andar pisando fuerte. Piropos que nos saquen los colores y nos roben sonrisas picaras.
Porque nada como creer en uno mismo, y no fingirlo.
Creer en ese mundo de oportunidades infinitas, a la espera de poder cumplirse.
Un mundo de arte que pugna por brillar y destacar, por hallar su hueco y demostrar su valía.
Un mundo al que le solemos impedir resurgir con luz propia.
Benditos miedos.
Dicen que cualquier viaje, comienza siempre con un primer paso.