No. Yo no me hago mayor. Y sin embargo empiezo a sonar a vieja.
Me leo cansada. Aunque en realidad, por dentro me está ocurriendo todo lo contrario.
Cuanto más me atizan, mejor recibo. Cuanto menos duermo, mejor me levanto. Cuanto menos bebo, antes me emborracho. Cuanto menos practico, mejor se me da. Cuanto más escribo, menos me importa que alguien me lea...
Y sin embargo sé que si intento convencerte de que estoy mejor que nunca, pensarás que estoy fatal. Así que me callo y sonrío.
Por fin, sonrío.
De tanto llorar.