Que me perdone quien tenga que hacerlo si digo que no siento como en otras ocasiones lo he hecho, que la Esperanza se quede en casa.
No me vestía con la misma ilusión, y lo único que me daba cierto empuje a pisar las calles con esa penitencia era el peso de la tristeza y un pequeño broche que cierra malamente los pellizcos de la mantilla, pero que abrocha el recuerdo de quién se fue.
Una semana después, siento no sentirme con la misma sensación de paz que has dejado en tus hijos (a fin de cuentas, los que mas importan). Me prometí hace casi cinco años saldar la deuda que me había quedado con él, y ya ves, volvió a ocurrir, en la noche y sin hacer ruido te marchabas de la noche a la mañana.
De nada me servía (ni sirve) ya el consuelo que algunos me quieren hacer ver, de aquellas mañanas a primera hora viendo a Don Raimundo, a Doña Isabel, o a Doña Ana, ni cualquiera de las otras acciones que por gusto o por obligacion hice por tí. Tenía pensado el jueves ir por la mañana para cuando pasara el médico, escuchar los resultados de las últimas pruebas, y darte la comida que tan costosa se te hacía a tí y los demás. No me diste tiempo.
Supongo que por algun motivo, el de allí arriba no quiso darme esa tregua mental.
Si te soy sincera cada noche cuando me acuesto me venís ambos a la memoria... y me rio yo sola imaginando vuestro reencuentro, a mi suponer entre risas, echandoos en cara el poco tiempo que la distancia os ha dado ¿cómo el perro y el gato que no saben estar separados?, pues igual.
Esta tarde salir a la calle con ella a la espalda hubiera sido demasiado bonito al igual que triste; hubiera sido una gran y cruel penitencia, al menos para mí. Solo fue un año cuando al abrir las puertas y salir por ellas, estabais los dos esperando. Los dos siguientes la lluvia no lo permitió, y al tercero él ya no estaba y tu sóla no podías. Este año sería el primero sin los dos, y quiero pensar que ella, a la que tanto devoción le tenemos, también ha intercedido de la única manera posible para quedarse en casa este año y todos pudieramos ahorrarnos el mal trago, y así, al menos uno de todos los que llevamos en estos ultimos días.
Ya lo hablamos las dos solas, mientras tu dormias eternamente y a mi me quedaba el resto de mi vida por delante:
"No encontraré forma de disculparme por todo aquello que pude y no hice y por las veces que te fallé"
Lo siento.