Siempre tengo una cálida voz que me contesta cuando me encuentro perdida y que tiene la forma mas amable de calmarme.
Un compañero de carretera que siempre sabe por dónde va, y al que jamás he visto perderse aunque no reconociera su alrededor, que siempre mantenia sus pies en la tierra y sus pasos firmes.
Un gran sabio que nunca se ha quedado mudo ante las innumerables preguntas sin sentido de una chiquilla demasiado curiosa y otras veces no tan chiquilla.
Un maestro que me enseñó que la vida y el mundo de los mayores, me enseñarían las verdaderas lecciones, y que la conciencia tranquila al ir al dormir sería el único objetivo diario que conseguir.
Un compañero de carretera que siempre sabe por dónde va, y al que jamás he visto perderse aunque no reconociera su alrededor, que siempre mantenia sus pies en la tierra y sus pasos firmes.
Un gran sabio que nunca se ha quedado mudo ante las innumerables preguntas sin sentido de una chiquilla demasiado curiosa y otras veces no tan chiquilla.
Un maestro que me enseñó que la vida y el mundo de los mayores, me enseñarían las verdaderas lecciones, y que la conciencia tranquila al ir al dormir sería el único objetivo diario que conseguir.
Te tengo a
tí, papá... a tí.
Y qué suerte la mía, porque no es un título de un
solo día sino de los 365 del año... porque si sólo lo fueras uno al año,
no sé qué sería de mí.
Gracias por todo.