A veces cierras los ojos y sientes que eres más afortunado de lo que te puedes llegar a imaginar. Y de repente los abres y al mirar al frente sientes que lo eres aún más.
Porque tienes al lado a esa persona que te hace felíz, pero no felíz por decir algo... felíz de verdad.
De esa forma que sonríes sin darte cuenta, que se te escapa esa sonrísa tonta y se te pone un mariposeo por el estomago.
Te hablo de quien sabe la manera perfecta de cuidarte y sabe cómo tocarte sin querer que te rompas. Que conoce tus miedos y tus defectos.
Te hablo de quien un día llegó por casualidad y decidió quedarse. Con un sí en la boca, y unos cuantos besos. Con ganas de comerse el mundo de tu mano y lanzarse ahí fuera a lo que venga.
Te hablo de quien te mira de verdad y esta dispuesto a quererte como jamás te han querido.